"La dificultad no debe ser un motivo para desistir sino un estímulo para continuar"

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11 Las nubes de Peucoalhué

Las nubes de Peucoalhué Esta vez los gorriones, volaron al jardín desesperados. Ya no había intención alguna, más que la petición de ayuda, quizás la búsqueda, de algo muy esperado, buscando en floresta bella, alguien quien por ayuda acuda. Margaritas, alelíes, portulacas, y hasta el orgulloso pastito, vieron preocupados, picos cerrarse y abrirse en gritos por vacas, comentando, por flacos animales, tirados y desarmados. Rosedales angustiados, preguntaron a los anunciadores, el por qué, de esas injustas muertes. Atentos estaban, flora y fauna de alrededores, comunicándoseles que no todos, gozaban de la misma suerte. La rosa muy atenta, atinó a preguntar: “¿Aves periodistas… qué ha causado esas injurias?” Gorriones a gritos superpuestos, anunciaron sequías, carencias de agua para tomar todo el campo, estaba sin lluvias, ríos secos y grandes penurias. Continuaron cómo las crías pequeñas, habían muerto, por falta de pastitos frescos. Las flores bajaron sus miradas, y el pastito en pleno entuerto, dijo molesto:”No me miren, como alimento, ¡No lo merezco!” Repentinamente, la tristeza embargó a todo el jardín, y las flores, los árboles, y espino, hasta la bella rosa, que iba perdiendo su carmín, comenzaron gran llanto, en conciencia y tino. El lago elevó su nivel, de tantas lágrimas derramadas, nenúfares quienes también lloraban comenzaron a desplazarse, acercándose cada vez más, a las enramadas, extendiéndose lágrimas, en la fauna salvaje. Ya caía la noche, adelantando murciélagos, volando antes que la luna los llamara, buscando para mensajes, en el piélago, a Peucoalhué, y comentarle lo que pasaba. El ave rapaz, imaginó su rosa llorando, el jardín entero, en lágrimas inundado, animales muertos, sin agua… y rápido volando, rescató del cielo, toda nube posible, de líquido elemento acumulado. Ató con sus plumas, muchas nubes, con tanta energía, que hasta truenos llevaban. Los murciélagos, junto a él, vieron sube y baja, baja y sube, con toda el agua posible, que les alcanzara. Sabía quiénes eran los responsables, de tamaña atrocidad y sequía, los aviones, antigranizos miserables, que alejaban a todas las nubes, que seguían. Cuando llegó por fin, al campo, mientras veía al pasar los muertos enflaquecidos, soltó los nubarrones, que en coro y canto, comenzaron a volcar agua, enloquecidos. Se llenaron los lagos, lagunas y cántaros, bebederos, raíces de pasturas dormidas, y peucoalhué, buscó su jardín, en medio de lodazales y aguas embravecidas. Lo reconoció como un punto rojo, gracias al carmín, de su hermosa rosa, quien contenta lo esperaba enloquecida. Mojados en penetrante lluvia, muy constante, con las alas, aplastadas del halcón bravío, nada impidió que peucoalhué, en ese instante, diera rienda suelta a su amor… con dulzor, e intenso brío. Renée Escape- 2019-

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